El cielo se presentaba amenazante. Unas cuantas nubes grises y algunas más oscuras comenzaban a ganar terreno. El sol quedaba de a poco tapado y los “intestinos” de la tormenta se hacían escuchar a lo lejos. De golpe, todo comenzó a iluminarse. El mal tiempo había ganado territorio y los rayos comenzaron a “flashear” en lo alto del firmamento. Uno de ellos le “erró” al camino y cayó en un campo donde unas pobres vaquitas estaban pastando. Fue lo último que hicieron en su vida antes de conocer la parrilla.
El hecho se dio en la compañía Añaretãngue de Capiibary, donde en total fueron cuatro los vacunos que pasaron a otra vida por la enorme potencia con la que llegó al suelo la descarga eléctrica. Todo pasó durante la tormenta que sacudió varias partes del país en la madrugada de este miércoles.
Cuando el dueño de las mismas se despertó, lo que menos se imaginó es que iba a encontrar varias de sus cabezas sin vidas desparramadas unas al lado de las otras en el capo, más allá que la fuerza de los truenos le daban mala espina a cualquiera.
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